Racismo y xenofobia
La convivencia pacífica y no discriminatoria entre diferentes grupos sociales que coexisten en una comunidad supone erradicar actitudes ideológicas como el racismo y la xenofobia (desprecio y rechazo al extranjero). Si nadie nace racista, ¿cómo se genera esa actitud?
El racismo es una construcción social, que consiste en desvalorizar a un grupo social en función de alguna característica física (color de la piel, sobre todo).
Esta actitud negativa ha cambiado a lo largo de la historia y se ha dirigido contra los indígenas, los negros, los judíos, los árabes, los gitanos, etcétera.
¿Cuáles son las causas del racismo? Una persona con actitudes racistas:
- Se basa en la consideración de que hay razas superiores e inferiores y destaca las diferencias entre individuos o poblaciones. Pero, el racismo no es la relación desigual entre distintas razas porque ya sabemos que no existen.
- Defiende un sistema social según el cual algunos tienen más ventajas por pertenecer a un grupo social determinado. Los racistas del tipo norte-sur creen que la gente del norte es más emprendedora, trabajadora y capaz que los holgazanes del sur, a los que tienen que subvencionar (pero a los que en realidad explotan siempre que pueden).
- Considera a las víctimas como chivo expiatorio del mal social. Como afirmaba el sociólogo Emile Durkheim.
Cuando la sociedad sufre, experimenta la necesidad de encontrar a alguien a quien imputar el mal y en quien vengarse de toda su decepción. Emile Durkheim
- Fomenta y permite la marginación y el aislamiento de una persona o de un grupo en función de su raza. En la sociedad actual, las actitudes racistas y/o de rechazo tienen dos víctimas propiciatorias: el pueblo gitano y los inmigrantes.
¿Cómo desterrar el racismo y la xenofobia? En primer lugar, la investigación científica demuestra que, en términos biológicos, en el género humano no existen razas. La separación genética entre diferentes poblaciones es tan escasa que no está justificado emplear el término raza para describir a los humanos (su uso debería quedar relegado a los ganaderos y veterinarios). En segundo lugar, frente a la tendencia de los individuos y grupos a considerar sus valores y creencias como los únicos apropiados, el reconocimiento del otro es una condición indispensable para la existencia de la tolerancia. Ver al otro como igual en su condición humana, por encima de su origen, religión o estatus social, supone reconocer su valor personal.
Tu Cristo es judío, tu coche japonés, tu pizza es italiana, tu democracia es griega, to reloj es suizo, tu café es brasileño, tus vacaciones son turcas, tus números son árabes, tu escritura es latina ¿Y tu vecino sólo un extranjero?